martes, 11 de septiembre de 2012
La Fábula En El Neoclasicismo
La fábula
En el siglo XVIII también se cultivó la fábula con el objetivo de ofrecer al lector consejos y enseñanzas morales puestas en boca de animales. Grandes fabulistas fueron Iriarte y Samaniego.
Tomás de Iriarte
Nació en La Orotava (Tenerife) en 1750 y murió en Madrid en 1791. Fue traductor de la primera secretaría de Estado y archivero del Supremo Consejo de la Guerra. Además de las fábulas literarias escribió muchas otras obras e hizo bastantes traducciones del francés. También fue compositor. Utiliza sus fábulas para dictar normas que logren un buen estilo literario.
Félix María Samaniego
Nació en Laguardia (Álava) en 1745 y murió en el mismo pueblo en 1801. Estudió en Valladolid y viajó por Francia, cuya influencia se advierte en la única obra por la que lo conocemos: las Fábulas morales, 157 fábulas distribuidas en 9 libros, escritas para los alumnos del seminario de Vergara.
Samaniego ridiculiza los defectos humanos en sus fábulas, imitando a los grandes fabulistas Fedro, Esopo y La Fontaine. Aunque las fábulas de Samaniego están escritas en verso, su carácter es prosaico, dados los asuntos que trata y su finalidad didáctica.
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